Entró corriendo al bosque. Allí no la seguirían. Siempre estaban aquellos tontos que pensaban y creían que el bosque estaba encantado. “Encantado”, jajá que cosa estúpida era eso. Gente grande y creyendo en encantamientos. Ella era una joven intrépida, que a nada le temía, mucho menos a los gnomos o hadas mágicas que según la gente del pueblo, habitaban allí.
Comenzó a caminar y a
respirar profundo el aroma de los árboles y las plantas. Fresco, nuevo,
agradable. Le parecía un lugar espectacular. Lleno de pájaros y colores que la
animaban a seguir adentrándose cada vez más. A medida que entraba se iban
alejando los ruidos del afuera. Sólo se escuchaban las aves cantar. ¿Por qué la gente del pueblo no quería que
nadie entrase allí? ¿Qué era lo que los empujaba a creer que había un
encantamiento en ese lugar? ¿Qué había ocurrido que no los dejaba pensar claramente? De donde ella venía solo eran patrañas. No
creía en esas cosas. Más bien le causaban risa.
Más caminaba y más quería
saber si en verdad había algo extraño allí. Miraba hacia arriba y se perdía en la
altura de los árboles. Eran inmensos. Imposibles de trepar. ”Me marearía si subiera hasta allá arriba.
Imposible”. “Cómo me gustaría ver desde lo alto hasta donde llega este lugar”.
El sol se colaba entre las
hojas y el aire ya no corría con tanta facilidad. Se sentía más húmedo. Eso
significaba que estaba en lo más profundo del bosque. Y todavía no se había
cruzado con nada extraño. Ni gnomos, ni hadas, ni minotauros, ni una simple
ardilla. Seguramente si seguía un poco más encontraría algo bueno para contar a
su regreso.
De pronto, comenzó a sentir
resonar pasos detrás. Ella se detenía y los pasos también. Ella continuaba el
camino y los pasos volvían a escucharse. Esto comenzó a ponerla nerviosa.
-¿Hay alguien ahí?
Nada se escuchaba. Sólo
los ruidos del lugar. Los loros estaban nerviosos. El calor los tenía
cotorreando y cotorreando muchísimo. Pero los pasos continuaban detrás. Eso
podía escucharlo perfectamente a pesar de la conversación que mantenían sus
amigos alados en lo alto de los árboles.
Se detuvo nuevamente y
giró.
- ¿Hay alguien ahí?-Esperó.-
Sal de ahí para que pueda verte frente a frente. No te haré daño.
-¿Lo prometes?- Salió de
entre los arbustos una niña con los cabellos más dorados que jamás haya visto.
Con su vestido blanco hasta los pies y una dulce y tímida sonrisa.
-¿Prometes que no me
harás daño y no me asustarás?
-Lo prometo- dijo Evelyn
sorprendida. Jamás había visto a alguien tan hermoso. Era asombrosamente
perfecta desde los pies hasta la cabeza. Y su voz era tan dulce…
-¿Suelen asustarte mucho?
-Todos los que vienen
suelen asustarme porque se asustan de mí. Huyen como niños. Y yo lo único que
hago es acercarme porque quiero verlos de cerca. ¿Puedo acercarme a ti?
- Sí, seguro que sí.
-¿Prometes que no te vas
a poner a correr como si hubieses visto un fantasma?
- No- sonrió Eve
Se agachó para que la
niña pudiera alcanzarla. Se acercó y la miró directo a los ojos.
-¿Quién eres?- preguntó
-Mi nombre es Evelyn,
pero mis amigos me llaman Eve. ¿Quién eres tú?
- Yo soy Catalina.
Pertenezco a la familia de las…No te lo diré. Sino tendré que matarte.
Evelyn se puso de golpe
de pie y entonces escuchó la risa de la niña.
- Seguro esperabas que te
dijera eso. No seas tonta. Soy completamente inofensiva. No te diré exactamente
todo porque quisiera conocerte un poco más. Pero, jamás te haría daño.
Evelyn suspiró y sonrió.
Sí que la había asustado.
- Caminemos un poco.
Quisiera mostrarte algo que va a encantarte. En el buen sentido de la palabra. No
arrojaré ningún hechizo sobre ti. No tengas miedo.-Rio la niña.
-De acuerdo te sigo. Tú adelante
y yo detrás.
Al cabo de un rato
comenzó a escuchar agua caer sobre lo que parecían piedras. Siguieron un poco
más y el sonido se hacía cada vez más fuerte y más cercano.
Catalina corrió las
grandes hojas de algunos arbustos y dejó ver una increíble cascada que caía en un
estanque de agua cristalino.
-Llegamos. Aquí podrás
beber agua y darte un baño si te gusta. El agua es muy agradable. Suelo jugar aquí
con mis hermanas. Venimos a diario. ¿Tú tienes hermanas?
- No. Tengo un hermano
menor que me vuelve loca. Precisamente por eso estoy aquí. Entré al bosque
porque me perseguía con sus amigos. Me cansa que esté todo el tiempo alrededor.
¿A ti no te cansan tus hermanas?
- No, para nada. Me gusta
mucho estar con ellas y jugar. Cuéntame más sobre ti. ¿Con quién vives?
- Vivo con mi madre y mi
hermano. Papa no está con nosotros. Él vive en otra ciudad con su nueva
familia. Estamos aquí por una temporada. Mamá encontró trabajo en el pueblo y
aquí vinimos a parar. Cambio de escuela, de amigos, de vecinos. Un desastre.
- ¿A los adolescentes no
les gusta mucho la idea de cambiar de lugar verdad?
-No, no nos gusta la idea
de dejar nuestros amigos de toda la vida para mudarnos a un lugar donde los
jóvenes escasean bastante.
- Sí, es verdad. En este
pueblo los jóvenes escasean. Hay niños y adultos pero no muchos jóvenes. Suelen
irse a estudiar a otra parte. Los que se quedan, seguramente jamás se irán.
Algunos vuelven con el tiempo y otros ya no regresan nunca.
- ¿Puedo preguntarte
cuántos años tienes? Preguntó Eve
- Nosotros no medimos el
tiempo como ustedes los seres humanos. Simplemente estamos aquí y disfrutamos
de lo que nos rodea. Jugamos, comemos, bebemos, nadamos. Pero no pensamos en el
paso del tiempo como ustedes.
- Para nosotros el tiempo
es esencial. Y no queremos perderlo. Me encantaría que el tiempo no pasara. Que
pudiéramos estar aquí por siempre.
- Cuando dices “aquí” ¿te
refieres a mi bosque?
-No, me refiero al mundo.
-Sonrió Eve
- Ah, no porque si te
referías a mi bosque iba a decirte que aquí no puedes quedarte para siempre.
Siempre es una palabra que para ti significaría no volver a ver a los tuyos.
Nosotros valoramos mucho a nuestra familia y no permitiríamos que otros perdieran
el contacto con la de ellos- Explicaba Catalina
- Quédate tranquila. No
me quedaré más que lo suficiente. Quiero disfrutar un poco más de la quietud y
la belleza de este lugar. ¿Alguien llegó hasta aquí alguna vez?- Pregunto Eve
-Oh, sí. Claro que sí.
Hace muuuucho tiempo atrás. Cuando tú seguramente no habías nacido y tu madre
tampoco y tu abuela tampoco y la abuela de tu abuela… bueno, hace mucho tiempo,
sí.
- Dime quién
- Un muchacho de tu edad
se acercó a nosotros. Él no tenía familia. Venía a buscar un lugar donde vivir
porque estaba solo y en el pueblo no era bien recibido.
- Y qué paso. Cuéntame
- Simplemente se quedó.
-¿Se quedó?
-Pero tú dijiste que no
podía quedarme- Protestó Eve
- Ahora no estás
prestando atención. Yo dije que él no tenía familia. Entonces nosotros le
permitimos quedarse.
-¿Y dónde está ahora? ¿Vive?
- Por supuesto que vive.
Que pensabas. Si te quedas, te quedas para siempre.
- Uauuu. Y cómo está él
ahora. Súper viejecito.
- No, él sigue siendo tan
joven como cuando llegó aquí. Recuerda que en nuestro mundo no hay tiempo.
- Pero como hizo él para pertenecer al mundo de ustedes. No entiendo.- Evelyn
trataba de comprender pero esto iba más allá de lo que su mente podía
visualizar.
- En algún momento si
regresas podrás conocerlo. Y quizá a alguna de mis hermanas. Lo de pertenecer a
nuestro mundo no te lo explicaré si no es necesario. Total tú no te quedarás
más que un rato.
- De acuerdo. Quizá otro
día vuelva y charlaremos más. Quizá podamos bañarnos y jugar juntas otra tarde.
¿Te parece bien?- sonrió Eve. Se puso de pie y le pidió a Catalina que la guiara
para encontrar el camino de vuelta al pueblo.
-Me perderé si no me
acompañas. Me encantaría quedarme más pero ya deben estar buscándome y no
quiero preocupar a mamá. Prometo regresar en cualquier momento. Adiós Catalina.
Evelyn siguió a la niña
que la regresó al camino de regreso al pueblo. La despidió de entre los árboles
y le sonrió mientras se alejaba.
Esa tarde, Evelyn regresó
al pueblo con el corazón lleno de emociones. La experiencia en el bosque había
sido única, y no podía esperar para contarle a sus amigos lo que había
descubierto. Sin embargo, sabía que nadie le creería si les contaba sobre
Catalina y su mundo mágico. Decidió guardar el secreto para sí misma y volver
al bosque en cuanto tuviera la oportunidad.
En los días siguientes,
Evelyn siguió visitando el bosque cada vez que podía. Catalina y sus hermanas
se convirtieron en sus amigas más cercanas, y juntas exploraban rincones
secretos y disfrutaban de la belleza del lugar. Evelyn se sentía libre y plena,
lejos de las preocupaciones del mundo exterior.
Un día, mientras se
aventuraba por un sendero desconocido, se encontró con un misterioso anciano
sentado bajo un majestuoso roble. Sus ojos reflejaban sabiduría y en su voz se
percibía una antigua serenidad.
-Hola, joven exploradora
-saludó el anciano con una sonrisa-. Veo que has descubierto nuestro bosque
encantado.
Evelyn se sorprendió de
que el anciano conociera el secreto del lugar. Le contó sobre Catalina y las
otras criaturas mágicas que habitaban allí. El anciano asintió con calma y luego
habló:
-En este bosque, el
tiempo fluye de manera diferente al mundo exterior. Aquellos que vienen aquí
pueden encontrar la eternidad si se lo permiten. Pero ten cuidado, querida
Evelyn, el poder de este lugar también puede ser peligroso si se abusa de él.
Evelyn asintió y prometió
ser cuidadosa. El anciano la guió hacia una pequeña laguna donde se reflejaba
la luna llena. Allí, le reveló un secreto aún más profundo.
En el corazón de este
bosque se encuentra una fuente de sabiduría ancestral. Aquellos que la
encuentran pueden obtener conocimientos que van más allá del tiempo y el
espacio. Pero, recuerda, conlleva una gran responsabilidad.
Evelyn se sintió abrumada
por todo lo que estaba aprendiendo. Sabía que debía regresar al mundo exterior
y enfrentar sus propias responsabilidades, pero también anhelaba quedarse en el
bosque para siempre. Sin embargo, comprendió que debía tomar una decisión.
Después de un largo
debate interno, Evelyn decidió regresar al pueblo y enfrentar su vida
cotidiana. Prometió que volvería al bosque siempre que pudiera, pero entendió
que su deber estaba en el mundo humano.
Con el tiempo, Evelyn se
convirtió en una joven sabia y valiente. Aprendió a equilibrar su tiempo entre
el mundo real y el bosque encantado, donde continuó aprendiendo de la fuente de
sabiduría y disfrutando de la compañía de sus amigas mágicas.
Los años pasaron, pero
Evelyn nunca envejeció en el bosque encantado. Siempre fue recibida con amor y
alegría por Catalina y las otras criaturas mágicas. Y aunque el mundo humano
siguió su curso, Evelyn siempre encontró refugio y paz en el bosque que tanto
amaba.
Un cuento mágico, donde la mente tiene que estar abierta para ver esa magia que hay en el bosque.
ResponderBorrarGracias, por compartir tu arte.
Hola Campirela: no había visto este comentario. Pido disculpas por no haber respondido antes. Me alegra que te guste lo que hago. Me encanta escribir para niños. Soy docente de primaria y convivo, gracias a Dios, con ellos a diario. te dejo un abrazo enorme. Susana
BorrarEs un cuento hermoso, lleno de fantasía, pero ¿Qué es fantasía y que es realidad, o es un poco de todo.?.. es de todo un poco. y me gustó.
ResponderBorrarHola Gustab: no había visto este comentario. Pido disculpas por no haber respondido antes. Siempre la realidad supera la fantasía según mi experiencia. amo escribir cuentos para nios. Gracias por pasar por aquí. Abrazo enorme. Susana
BorrarNo escribo cuentos, tampoco realidad, soy un loco sin sueños que resultan grandes sueños al acabar de ller.
ResponderBorrarTodos los escritores somos un poco locos. Sino lo estuviéramos no podríamos crear estos mundo alternativos donde, según mi entender, sería maravilloso vivir alguna aventura. Besotes. Susana
ResponderBorrarHola Susana, un cuento emotivo llen de magia y fantasía. Me ha gustado mucho. Evelyn tuvo mucha suerte al encontrar refugio en un lugar mágico y hermoso. Un abrazo grande
ResponderBorrarHola Nuria: me encanta que te haya gustado. A veces me gustaría encontrar a mi un refugio como ese, jajaj. Te mando besotes y abrazos. Gracias por pasar
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